viernes, 9 de abril de 2010

Las crónicas de Mohammed - Capítulo II

Capitulo II
La travesía de mi familia

Mientras yo estaba en Samir. Mi familia buscaba sin cesar, estaban verdaderamente preocupados con mi paradero, mis padres buscaban por aquí, mis hermanos por allá, una agonía al fin. Ellos, salieron en busca de ayuda, preguntándoles a las personas del pueblo si me habían divisado. El señor del abasto de al lado de mi casa, le dijo a mi padre que me vio correr hacia el norte, y allí empezó la travesía de mi familia.

Al llegar a dicho lugar, me buscaron, pero claramente ya no me encontraba allí, y ellos volvieron a la casa sin descubrir señal alguna de mi paradero. Yo, mientras tanto, con Zahir conocía nuevos amigos, lo ayudaba con sus deberes en el colegio, ayudaba a la señora Jade en las diferentes funciones de la casa, ya que de alguna forma tenía que recompensarles a esa generosa familia lo que estaban haciendo por mi.

Luego de un tiempo, seguimos buscando. El señor Himar llamó a un taxi, mientras pasabamos por el pueblo, el conductor superó la velocidad permitida, y en un abrir y cerrar de ojos, sufrimos un accidente, el carro se volcó completamente, dejando como a los principales afectados, a la señora Jade y al señor Himar, porque los dos sufrieron una grave fractura en el tobillo y el la rodilla, respectivamente. Mientras Zahir abandno el colegio por unos días, por el accidente ocurrido, él y yo atendíamos a sus padres, además teníamos que salir a hacer trabajos para ganar dinero, y así poder mantener la casa, tener alimentos y bebidas.

Fueron tiempos duros, ya habían pasado 2 meses desde aquel atentado que llevó a mi pérdida, y que, por ende, mi familia en mi pueblo natal seguía buscándome, sin hallar rastros de mi. Mientras yo seguía manteniendo la casa en Samir, con Zahir, que se había vuelto otro hermano para mí.

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Las crónicas de Mohammed - Capítulo I

Capitulo I
Las bombas protagónicas...

Ahí estaba yo, jugando con mis amigos y mis hermanos en el parque, cuando mamá nos llama a comer… Fuimos contentos a ver que nos esperaba, y ahí estaban, unos deliciosos Shawarmas, y unos Falafes para terminar. Luego de comer, mis hermanos y yo fuímos al cuarto para descansar. Y allí todo ocurrió: Empezaron a sonar bombas, disparos, fusiles, y en medio del desespero, mamá nos mandó rápido a salir de la casa, en ese tiempo, corrí yo sólo hacía el norte, luego de pasar por trenes, buses, y demás. Llegué a una ciudad muy lejana. Veía cosas muy raras. Claro, yo con tan sólo 9 años no podía esperar más. Campamentos, carpas, y además yo perdido. No sabía que hacer. Así que rápidamente fui hacia un abasto, donde me encontré con una agradable señora, ella se llamaba Jade, la dueña del Kiosco. Ella me invitó a pasar a su humilde casa, y me preguntó en que situación me encontraba. Amablemente le expliqué todo, y le dije que me encontraba perdido, ya que luego del atentado, había corrido fuera del pueblo, dejando atrás a mi familia. La señora Jade me pidió un minuto, mientras me traía un yogurt, y llamaba a su esposo Himar para hacerme una pequeña propuesta; aquella consistía en darme resguardo en su humilde casa, en el tiempo que durara para encontrar a mis padres, y, que ellos afortunadamente me ayudarían. Acepté su propuesta, y me asignaron un cuarto donde había una cómoda cama, donde dormí el primer día.

Al día siguiente, me desperté con una grata sorpresa, salí a la sala, y me di cuenta de que había un chico, casi de mis mismas características, con mi misma edad, y que resultaba que era el hijo de la señora Jade, Zahir, que por cierto, era hijo único… De ahí, mientras el desayuno estaba listo, nos conocimos. Y algo que nos marcó, fue que teníamos muchas cosas en común, tales como los videojuegos, los cuentos, la poesía. Se volvió mi mejor amigo en un santiamén. Llegó la hora de desayunar, luego de hacerlo. Empezó mi búsqueda, junto con Jade, Himar, y Zahir que también nos acompañó. Partimos hacía el pueblo más cercano, y allí empezamos a buscar, ellos me preguntaban si veía algún punto de referencia, y no veía nada que distinguiera a mi antigua casa. Posteriormente, salimos a comer a un restaurant de un centro, que tampoco me parecía conocido. Definitivamente no era mi ciudad. Luego de salir de la ciudad, y posterior a un despiste, paramos en la Sabana, estábamos perdidos, y yo, ja, nuevamente perdido. Además de que el carro se había quedado sin combustible, el señor Himar tenía unas carpas nuevas que había comprado para su abasto, y allí dormimos dos noches, dos largas noches…

Luego nos decidimos, no teníamos agua ni comida, y preferimos ir a el pueblo más cercano a buscar combustible, o morir en el intento. Llegamos a la ciudad de Jamud, una localidad cercana al desierto donde nos encontrábamos, fuímos al centro de la ciudad, y encontramos una gasolinería, en ella un pequeño restaurant. Allí comimos, nos hidratamos, y luego pedimos la gasolina y volvimos de regreso a la Sabana. Pero alguien más astuto que nosotros, se llevo todo, pero todo lo que teníamos. ¡Ufá! Ahora sí que estábamos perdidos, y lo peor, por mi culpa… Intentamos volver, de hecho, lo hicimos, en el pueblo nos quedamos a dormir con un poco de dinero que tenía el señor Himar, luego al siguiente día, partimos a la localidad de Samir, pueblo donde habitaban Himar, Jade y Zahir… Estábamos en el mismo lugar nuevamente, sin encontrar nada. Tiempo perdido, quizás…

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Las crónicas de Mohammed

Mohammed

La historia de un chico, que, luego de vivir tantas guerras, bombas, armas, vivirá una vida sin igual, en busca de su familia, que luego de un gran bombardeo se separó de él. Sus padres, Fahd y María, que tras conocerse en Venezuela, país natal de María, se mudaron hacía Irak, cerca de la franja de gaza, donde junto a sus hijos: Alí, José, y Amim, vivirán una travesía a lo largo del mundo arabe en busca de Mohammed, su hijo, que tras un bombardeo sufrido, se perdió, y que ha ido de par en par buscando a su familia. Y así vivirá esta historia de suspenso, acción, y emoción junto a personajes que llenarán la historia de alegrías, tristezas. Ah, y lo demás lo tendrás que descubrir tu mismo. Así que no te pierdas y sigue la travesía junto a Mohammed y su familia.

Marlon Díaz