viernes, 9 de abril de 2010

Las crónicas de Mohammed - Capítulo I

Capitulo I
Las bombas protagónicas...

Ahí estaba yo, jugando con mis amigos y mis hermanos en el parque, cuando mamá nos llama a comer… Fuimos contentos a ver que nos esperaba, y ahí estaban, unos deliciosos Shawarmas, y unos Falafes para terminar. Luego de comer, mis hermanos y yo fuímos al cuarto para descansar. Y allí todo ocurrió: Empezaron a sonar bombas, disparos, fusiles, y en medio del desespero, mamá nos mandó rápido a salir de la casa, en ese tiempo, corrí yo sólo hacía el norte, luego de pasar por trenes, buses, y demás. Llegué a una ciudad muy lejana. Veía cosas muy raras. Claro, yo con tan sólo 9 años no podía esperar más. Campamentos, carpas, y además yo perdido. No sabía que hacer. Así que rápidamente fui hacia un abasto, donde me encontré con una agradable señora, ella se llamaba Jade, la dueña del Kiosco. Ella me invitó a pasar a su humilde casa, y me preguntó en que situación me encontraba. Amablemente le expliqué todo, y le dije que me encontraba perdido, ya que luego del atentado, había corrido fuera del pueblo, dejando atrás a mi familia. La señora Jade me pidió un minuto, mientras me traía un yogurt, y llamaba a su esposo Himar para hacerme una pequeña propuesta; aquella consistía en darme resguardo en su humilde casa, en el tiempo que durara para encontrar a mis padres, y, que ellos afortunadamente me ayudarían. Acepté su propuesta, y me asignaron un cuarto donde había una cómoda cama, donde dormí el primer día.

Al día siguiente, me desperté con una grata sorpresa, salí a la sala, y me di cuenta de que había un chico, casi de mis mismas características, con mi misma edad, y que resultaba que era el hijo de la señora Jade, Zahir, que por cierto, era hijo único… De ahí, mientras el desayuno estaba listo, nos conocimos. Y algo que nos marcó, fue que teníamos muchas cosas en común, tales como los videojuegos, los cuentos, la poesía. Se volvió mi mejor amigo en un santiamén. Llegó la hora de desayunar, luego de hacerlo. Empezó mi búsqueda, junto con Jade, Himar, y Zahir que también nos acompañó. Partimos hacía el pueblo más cercano, y allí empezamos a buscar, ellos me preguntaban si veía algún punto de referencia, y no veía nada que distinguiera a mi antigua casa. Posteriormente, salimos a comer a un restaurant de un centro, que tampoco me parecía conocido. Definitivamente no era mi ciudad. Luego de salir de la ciudad, y posterior a un despiste, paramos en la Sabana, estábamos perdidos, y yo, ja, nuevamente perdido. Además de que el carro se había quedado sin combustible, el señor Himar tenía unas carpas nuevas que había comprado para su abasto, y allí dormimos dos noches, dos largas noches…

Luego nos decidimos, no teníamos agua ni comida, y preferimos ir a el pueblo más cercano a buscar combustible, o morir en el intento. Llegamos a la ciudad de Jamud, una localidad cercana al desierto donde nos encontrábamos, fuímos al centro de la ciudad, y encontramos una gasolinería, en ella un pequeño restaurant. Allí comimos, nos hidratamos, y luego pedimos la gasolina y volvimos de regreso a la Sabana. Pero alguien más astuto que nosotros, se llevo todo, pero todo lo que teníamos. ¡Ufá! Ahora sí que estábamos perdidos, y lo peor, por mi culpa… Intentamos volver, de hecho, lo hicimos, en el pueblo nos quedamos a dormir con un poco de dinero que tenía el señor Himar, luego al siguiente día, partimos a la localidad de Samir, pueblo donde habitaban Himar, Jade y Zahir… Estábamos en el mismo lugar nuevamente, sin encontrar nada. Tiempo perdido, quizás…

© Copyright 2010, Marlon Díaz, todos los Derechos reservados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario